Las medidas que deben tomarse tras el esguince son, aplicar hielo (10 minutos), elevar la pierna, comprimir con un vendaje o tobillera y reposo relativo.
Si el dolor es agudo deberá visitar a su medico para descartar posibles roturas de fibras o hueso.
Cuando acuda al fisioterapeuta este se encargará de proporcionar en primera instancia medidas antiálgicas, destinadas a aliviar el dolor, como pueden ser masajes para drenar la zona y disminuir la inflamación o aplicación de frío.
A partir de aquí la fisioterapia es especialmente importante para la óptima recuperación de la función del tobillo y para evitar recaídas, muy frecuentes en este tipo de lesión.
Mediante el CYRIAX (masaje transverso profundo), el fisioterapeuta realiza un masaje sobre el ligamento que favorece la buena cicatrización de las fibras dañadas y las dota de elasticidad, evitando así posibles adherencias. El fisioterapeuta también puede ayudarse de termoterapia y ultrasonidos para disminuir el edema.
En la ultima fase el tratamiento, cuando ya no hay dolor y se camina correctamente la fisioterapia se encarga de la propiocepción o reeducación de los mecanoreceptores articulares mediante ejercicios de equilibrio sobre el pie dañado. Con esta última fase es con la que conseguimos fortalecer el tobillo y prepararlo para evitar esguinces posteriores.